¿Qué ha hecho Dios por mí, salvo privarme de el? Dios y yo nos llevamos bien. ¿Y sabes una cosa, oh Dios? Ya no te temo como antes. ¡Cuánto temía tu castigo! Toda mi vida anduve por el camino angosto, porque te temía.
¿Y qué eh conseguido? Ni una pizca más que si hubiese quebrantado todas las normas de tu libro. Nos tratas como a chiquillos, con amenazas. Por esto no debería odiar a Él. ¡Pobre del Él! Él también te teme, siempre te ha temido. No comprendo como puede amarte.
Sin embargo, ¿cómo puedo yo dejar de amar a un hombre que ama a Dios?
Por mucho que me esfuerce, no puedo lograrlo. Él es la luna, y no puedo alcanzarle.