No importa lo viejo que seas, siempre es difícil no alegrarse cuando la lluvia empieza a caer porque, siempre que siga cayendo, nadie puede obligarte a ir a ningún sitio, ni a hacer nada. Todas las reglas de la vida se suspenden.
Lo mejor de la lluvia, además de la frescura, es que tiene un efecto igualitario. La lluvia puede tomar cualquier objeto o situación y ponerlos al mismo nivel, no puede importarle menos lo que haya debajo.
No es sólo que la lluvia haga el mundo bonito, la lluvia nos da a todos una segunda oportunidad, la lluvia limpia, oculta los pecados de todos sin prejuicios, ni favores, ni culpas. Todo se vuelve puro otra vez y, aunque sólo sea por poco tiempo, puede ser todo lo que necesitas.
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